domingo, 18 de enero de 2009

La niña de las Iglesias

Autora: Bibiana
Descripción: Un taxista recoge a una chica que le pide un curioso, y tenebroso, favor...

Aunque parecía una noche como todas esta era especial, mas fría; más obscura. El sol empezaba a hacerse presente en el horizonte cuando un taxista que regresaba a su casa después de todo un día de arduo trabajo, en la calle no parecía haber siquiera un alma, pero al pasar frente al cementerio general de la ciudad se percató que una chica lo llamaba, éste se siguió pensando que ya estaba muy cansado y que era muy tarde para hacer otra dejada. Sin embargo reflexionó y pensando en su sobrina de 17 años que fue violada y asesinada 3 años atrás.

“Pobre, no la puedo dejar ahí expuesta a Dios sabe que miserable”- reflexionó el conductor, en un instante retrocedió su taxi hasta llegar a la muchacha.

Debía tener 18 años, 19 recién cumplidos a lo mucho. Al contemplar su rostro, el taxista sintió un frío intenso y cierto sobresalto, al que no le dio importancia, pues la niña era dueña de un rostro angelical, inspiraba pureza, de piel blanca, muy blanca, cabello sumamente largo, era delgada, facciones finas, con unos ojos grandes, azules, pero infinitamente tristes, tenía un vestido blanco, de encaje, y en su cuello colgaba un relicario bellísimo de oro, que se veía de época.
El taxista acongojado le preguntó a dónde la dejaba, y le dijo que quería que la llevara a visitar 7 iglesias de la ciudad, las que él quisiera, su voz era suave, muy triste, pero dejaba notar un timbre muy extraño, que le dejó una sensación de miedo y misterio.
En un intento de ahorrar tiempo, el taxista la llevó a cada una de las siete iglesias sin replicar, en cada una pasaba cerca de 3 minutos y salía con una expresión de serenidad, de tranquilidad, pero sin abandonar de sus ojos esa mirada de infinita tristeza.
Al final del paseo, ella le pidió un favor. "Discúlpeme si he abusado mucho de su bondad, mi nombre es Alicia, no tengo dinero para pagarle ahora, sin embargo le dejaré este relicario, y ¿podría hacerme un último favor? Vaya a la colonia Reforma # 9816, calle Cubanos zona Centro. Ahí vive mi padre, entréguele mi relicario y pídale que le pague su servicio, ah, y dígale que lo quiero y que no se olvide de mí. Déjeme donde me recogió por favor.
El taxista se sintió como en un trance, en donde actuaba automáticamente a la petición de la chica, y la dejó ahí, frente al cementerio. El hombre se fué a su casa, se sentía mareado, le dolía intensamente la cabeza, y su cuerpo le ardía por la fiebre que empezaba a tener, su esposa lo atendió de ese repentino mal, duró así casi 3 días.
Cuando al fin pudo reaccionar y se sintió mejor, recordó su última noche en el taxi, recordó a la niña angelical de las iglesias, y recordó su última petición, que le hizo sentir un escalofrío intenso que hizo que se petrificara de pies a cabeza, aunque él no comprendía nada, pensó "qué raro fue todo, seguro se fue de su casa, o tiene problemas, pero, ¿por qué en el cementerio? ¿Quien era?, ¡¡ El relicario!! ", sí ahí estaba, sobre su mesita de cama, el relicario de Alicia, que ahora tenía restos de tierra. Se paró como un resorte, tomó su taxi y fue a la dirección que le diera la chica, pero no con la intención de cobrar, sino de descubrir, conocer, aclarar la verdad detrás de ese misterio que le inquietaba, que le estremecía, que no quería ni pensar. Tocó, era una casa grande, estilo colonial, vieja, entonces abrió un hombre, de edad avanzada, alto, de aspecto extranjero, con unos ojos... sí los ojos de Alicia, así de tristes. El taxista le dijo "Disculpe señor, vengo de parte!de su hija Alicia, ella solicitó mis servicios, me pidió que la llevara a visitar siete iglesias, así lo hice y me dejó su relicario como prenda para que usted me pagara".
El hombre al ver la joya rompió en llanto incontrolable, hizo pasar al taxista y le mostró un retrato, el de Alicia, idéntica a la de hace 3 noches. ¿Es ella mi Alicia?, le dijo el hombre, "Sí, ella, con ese mismo vestido"."No puede ser, hace tres noches cumplió 7 años de muerta, murió en un accidente automovilístico, y este relicario que le dio fue enterrado con ella, y ese mismo vestido, su favorito... hija, perdón, debí hacerte una misa, debí haberme acordado de ti", debí..."
El hombre lloró como un niño, lloró y lloró, el taxista estaba pálido, pasmado de la impresión, "había convivido con una muerta" eso lo explicaba todo. Volviendo de su estupor, le dijo al padre de Alicia, "señor, yo la vi, yo hablé y conviví con ella, me dijo que lo amaba, que lo amaba mucho, y que no se volviera a olvidar de ella, creo que eso le dolió mucho".
El padre de Alicia recompensó al taxista, le regaló toda una flotilla de taxis para que iniciara un negocio, todo en agradecimiento por haber ayudado a su niña adorada a visitar las iglesias en su aniversario fúnebre.

3 comentarios:

Wolfcat dijo...

Tremenda historias, yo si creo que en este mundo existen mundos no visibles. Las historias abundan, quizá algunas creadas por una jugada de imaginación, pero en su mayoría creo son reales. Por ejemplo aquí para quienes creen en el miedo de verdad de muchas historias...

Saludos amigos sigan con el contenido...

Anónimo dijo...

Buena anécdota, aunque podrías darle una forma más efectiva.
Recurres a lugares comunes demasiado evidentes tanto en la trama (el cementerio, la calle solitaria) como en la descripción (rostro angelical, inspiraba pureza, de piel blanca), eso convierte a tu relato en algo ya demasiado visto. Argumentalmente cometes un gran error y es centrarte en la "fuerza" de la historia y dejas de lado la tensión narrativa; para cuando el taxista se da cuenta de lo que pasa ya todos lo sabíamos mucho antes y el mencionar que él se sorprende no produce nada como lector.
Me agrada tu historia pero una revisión no le vendría mal, recuerda que al escribir no puedes contar exáctamente igual que si lo haces en persona. Suerte, y sigue escribiendo.

Angelica dijo...

Muy buena historia :P
Saludos